El maravilloso mundo de los embalajes: el blister
Por Jacobo Tarrío
18 de mayo de 2010

Esta historia ha viajado en el tiempo. Desde el 17 de agosto de 2006, para ser exactos. Que la disfrutéis.


En el mercado hay dos clases de aparatos electrónicos: los que vienen en cajas enormes de cartón y los que vienen en blisters de plástico indestructible.

Los blisters proceden directamente de la tecnología que hizo posibles prodigios como el blindaje de Kitt (el coche fantástico) y la piel de Mortadelo y Filemón. Son vainas gigantescas de plástico transparente dentro de las cuales va el aparato electrónico y cuatro o cinco cartulinas impresas por offset y plegadas de formas inverosímiles. Estas vainas suelen estar dobladas sobre si mismas y luego selladas por los bordes mediante calor.

Los blisters no se pueden abrir con la mano. Para hacerlo hacen falta tijeras, como mínimo; y de ahí, para arriba. En ocasiones es necesario, para conseguir abrirlos, hacer fuerza hasta alcanzar escalas metafísicas (del estilo de “¿qué ocurre si sobre un cuerpo inamovible se ejerce una fuerza irresistible?”).

A veces, los blisters están sellados de forma que un ingenuo pensaría que podría conseguir cortar el blister de forma que, después, se pudiera abrir y cerrar el blister. Permítanme adelantarles que no; lo único que se consigue así es un ingenuo frustrado.

Como ya he dicho, en ocasiones se puede cortar el blister con unas tijeras. No piensen, no obstante, que el blister se rinde sin presentar lucha: por donde ha pasado la tijera, el blister se convierte en afiladas hojas cortantes.

Dato curioso: recientemente, en el Líbano, ante la escasez de utensilios de primera necesidad, se utilizaron miles de blisters como hojas de afeitar.

Dato curioso: en 137 países están absolutamente prohibidos los aparatos electrónicos en las cárceles porque los presos fabrican cuchillos y espadas con los blisters. Incluso, en alguna ocasión, fabricaron unas estrellas ninja y una sierra radial para cortar tablones de madera.

Para terminar, el comentario ecolegal (ecológico y legal, vaya hallazgo de palabra):

Existen Directivas europeas que obligan a las empresas a reducir la cantidad de material que emplean en los embalajes. Un ingenuo (el mismo de antes u otro distinto) pensaría ya que los blisters, a estas alturas, se fabricarían con un plástico delgadito y serían poco más grandes que el aparato electrónico que resguardan.

Pues no.

Fíjense bien: las Directivas obligan a reducir la cantidad de material, no a haberlo reducido. Es decir, si empiezan con un embalaje que pesa 20 kilos y utiliza 40 m² de cartón, 2 kg de plástico, dos ardillas y media jirafa, pueden estar años y años reduciendo el tamaño del embalaje y, por lo tanto, cumpliendo la directiva. Si, en cambio, empiezan con un embalaje óptimo, ¿qué reducen el año que viene?

Dato curioso: para fabricar 1 kg de blister se emplean 100 gramos de ardilla y 10 kg de jirafa. El resto de la jirafa se emplea en la fabricación de las cartulinas que van dentro del blister.

Piensen en ello y tengan cuidado con la próxima vez que abran un blister, que los carga el diablo.

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