Una característica del sistema d’Hondt que os expliqué ayer es que, aunque genera repartos proporcionales, tiende a favorecer a los partidos mayoritarios. Es decir, tiende a otorgar los escaños “sobrantes” primero a los partidos más votados. Esto puede causar problemas si se combina el sistema d’Hondt con un sistema electoral por circunscripciones (como el de España). En este caso, esta pequeña ventaja se magnifica.
Por dar un ejemplo bastante extremo, imaginad que tenemos un parlamento de 30 escaños y 2 partidos; uno recibe el 52% de los votos y el otro recibe el 48% de los votos. Si se reparten los 30 escaños en una circunscripción única, el primer partido recibiría 16 escaños y el otro partido recibiría 14. Sin embargo, si el territorio estuviese dividido en 10 circunscripciones de 3 escaños cada una, y en cada circunscripción cada partido recibiera el mismo porcentaje de votos que antes, en cada circunscripción el primer partido recibiría 2 escaños y el otro partido recibiría 1; en total, el partido ganador recibiría 20 escaños y el perdedor, 10.
Por supuesto, en España cada circunscripción tiene un número de escaños distinto, y los porcentajes de votos varían, pero el principio es el mismo, y explica por qué el partido más votado suele llevarse un porcentaje de escaños muy superior al porcentaje de votos que recibe en el territorio nacional.
Esto no significa que el sistema de circunscripciones sea malo per se. Este sistema tiene la ventaja de que posibilita que un partido que tiene mucho empuje en una provincia obtenga representación aunque su porcentaje global de votos en el territorio nacional sea bajo. El inconveniente (tiene que haber un inconveniente; no existe ningún sistema totalmente justo) es que los partidos que reciben un porcentaje bajo de los votos en todas las circunscripciones suelen recibir una proporción de los escaños inferior a la proporción de votos recibidos.
Para solucionar este problema, en algunos sitios utilizan un sistema d’Hondt modificado para favorecer ligeramente a los partidos minoritarios. Este sistema está modificado de forma que el primer escaño sea más fácil de obtener, por lo que un partido que no tenga ningún escaño tiene más posibilidades de recibir un escaño que uno que ya tenga varios. Esto se consigue haciendo que cada escaño después del primero cuente doble. Es decir, al hacer la tabla que describí en la historia de ayer, en lugar de dividir los votos entre 1, 2, 3, etc., se dividen entre 1, 3, 5, etc.
A | B | C | D | |
---|---|---|---|---|
1 | ||||
2 | 133,3 | |||
3 | 140 | 80 | ||
4 | 128,6 | 100 | 57,1 | |
5 | 111,1 | 100 | 77,8 | 44,4 |
La tabla anterior os muestra el mismo ejemplo de ayer, pero utilizando el sistema d’Hondt modificado. El número de escaños asignado a cada partido es el mismo que antes, pero lo importante es que se asignaron en distinto orden. Mientras que ayer el partido D no recibió su escaño hasta el sexto turno, hoy lo recibió de cuarto, justo después de que A, B y C recibieran los suyos. En otras palabras: si sólo hubiese cuatro o cinco escaños en juego, hoy D habría recibido uno, y ayer no. En un sistema de circunscripciones, por lo tanto, y suponiendo que en cada circunscripción la situación fuese similar, la representación de D sería más alta que con el sistema d’Hondt “puro”.