Cuentos infantiles reescritos después de la guerra civil
Por Jacobo Tarrío
13 de diciembre de 2001

Nota: Este texto lo escribí en 1998 y lo publiqué en el área R34.CHISTES de Fidonet. La fecha de publicación corresponde a cuando lo publiqué en Internet por primera vez.


Un grupo de investigadores ha descubierto recientemente, indagando en los archivos del Ministerio de Interior inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, que la entonces incipiente Censura estaba preparando unos planes para reescribir los cuentos infantiles, convirtiéndolos en historias patrióticas que evitarían que los niños se contaminaran de las ideas de los “enemigos de la Patria”.

Así, por ejemplo, en el cuento de Caperucita Roja, ésta ya no se llamaría así, pues podría hacer considerar a los niños que el Comunismo es bueno y vencería. Por lo tanto, el color de la capa de dicha niña se convirtió a azul y su apodo pasó a ser Caperucita Falangista. Cuando ella iba por el bosque para llevar alimentos y medicinas a la abuela de una de sus compañeras de la Sección Femenina, el lobo, que era un masón, se acercó a ella y le hizo las consabidas preguntas: qué llevaba, adónde iba, etc. Ella le contestó la verdad pues es sabido que un Español siempre va con la verdad por delante, circunstancia que aprovechó el lobo masón para adelantarse y comerse a la abuelita. Cuando Caperucita Falangista llegó a la casa de la abuelita, construida gracias a los esfuerzos de varios españoles, le preguntó al lobo masón por qué eran tan grandes sus ojos, y éste le respondió “para espiar mejor”. Caperucita le preguntó por qué tenía unas orejas tan grandes, y él dijo “para escuchar mejor”. Cuando al fin le preguntó por qué tenía unos dientes tan grandes, él respondió “para comerte mejor”, se levantó y comenzó a perseguirla. Entre los dos armaron un gran estruendo, que oyó José Antonio, que se acercó a la casa, y al ver la situación apreció inmediatamente la condición de masón del lobo, al que abatió a tiros, con una pistola de factura nacional. Después cogió un cuchillo de monte de la Legión, abrió la barriga del lobo y sacó a la abuela, y todos fueron felices, y comieron perdices gracias a la prosperidad traida por la Cruzada de Franco.

Otro ejemplo es el cuento de los Tres Cerditos. Eran tres cerditos que decidieron independizarse de la familia para hallar por su cuenta la Unidad de Destino en lo Universal. Los tres tenían buenas intenciones, pero el primero, que era bastante perezoso, construyó una casa de paja. El segundo, que era perezoso, aunque no tanto como el primero, construyó una casa de ramas. Sin embargo, el tercero, que era de voluntad fuerte, característica propia de los Españoles de verdad, la construyó de ladrillos. Sin embargo, apareció un lobo comunista, que quería raptar a los tres cerditos y hacerles residir en una casa cochambrosa, a los tres juntos, con la excusa del reparto de la riqueza, y fue derecho a la casa del primer cerdito. Derribó la casa a soplidos, y el pobre cerdito corrió a refugiarse en la casa de ramas. El lobo derribó la casa de ramas a soplidos, y los dos cerditos fueron a refugiarse a la casa de ladrillos, cuyo propietario, genuína expresión de la generosidad, como corresponde a todo patriota, los admitió sin dudarlo un momento. El lobo, que por encima de comunista era corto de luces, intentó derribar la casa a soplidos como había hecho con las dos anteriores, pero no lo logró, debido a la solidez de la edificación, que simboliza la solidez de España como nación frente a los comunismos y a los liberalismos. Entonces decidió subir al tejado y colarse por la chimenea, pero en una reacción rápida, el cerdo patriota puso un caldero lleno de agua, que puso a hervir, de forma que cuando el lobo comunista bajó por la chimenea, cayó dentro del caldero y se abrasó, muriendo en el acto.

(c) 1998 Jacobo Tarrío. Se permite su libre distribución, conservando el nombre del autor.

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