A finales del siglo pas… de hace dos siglos, existían dos sistemas de distribución eléctrica en funcionamiento. Uno, desarrollado y explotado por Edison (el de la bombilla), utilizaba corriente continua; el otro, desarrollado por Tesla y explotado por Westinghouse, utilizaba corriente alterna.
Edison había hecho inversiones muy grandes en corriente continua, y, por lo tanto, es muy comprensible que la llegada de la corriente alterna (que no le pagaba derechos por las patentes, claro) no le hiciera mucha gracia. Para mayor desgracia, la generación de corriente alterna era más barata, y se podía transportar hasta más lejos.
Por lo tanto, Edison hizo lo que cualquier hombre de negocios habría hecho en su lugar: jugar sucio.
Edison montó una campaña de desprestigio en todo el país (los EEUU, claro) para la corriente alterna; hacían demostraciones en las que, para mostrar sus peligros, empleaban corriente alterna para electrocutar perros y caballos viejos; incluso, en una ocasión, mató un elefante por electrocución.
Mientras tanto, los funcionarios del estado de Nueva York, tras observar cómo un anciano borracho había muerto (aparentemente sin dolor) tras tocar los terminales de un generador de corriente alterna, estaban buscando el método para eliminar la pena de muerte por ahorcamiento (la ineptitud de los verdugos conducía a largas agonías y sangrientas decapitaciones) y sustituirla por un método de ejecución por aplicación de la electricidad.
En 1889, William Kemmler asesinó a su amante a hachazos. Tras el juicio, al que acudió Edison como testigo del Estado, Westinghouse se negó a proporcionar los generadores de corriente alterna para la ejecución. Sin embargo, Edison consiguió tres generadores usados, que vendió a la prisión, y en 1890, Kemmler fue ejecutado.
Kemmler no murió tras la primera descarga eléctrica, así que hubo que aplicar otra más. Tras la ejecución, el ayudante del verdugo manifestó que Kemmler no había sufrido ningún dolor. Westinghouse dijo que la ejecución habría sido más limpia si hubieran empleado un hacha.
A pesar de todos estos esfuerzos de Edison de asustar a la población, al final la corriente alterna fue la que se impuso, y, años después, el propio Edison tuvo que admitir la superioridad de ésta.