Ahora mismo estoy en mi casa en la aldea, que posee inmejorables vistas hacia el norte y el noreste, intentando cazar estrellas fugaces.
Éstas, no sé si por ser lágrimas de santo o simplemente unos caprichosos cuerpos celestiales, son muy puñeteras. Ya me puedo estar media hora tras la ventana del cuarto de baño, con la luz apagada, y sin ver nada, ir dos minutos al ordenador, echar un vistazo y ver una. Avisar a la familia, llegar al cuarto de baño, y ver otra. Y, por supuesto, después, otra media hora de vacío.
Pero esperen, que voy a poner una reclamación en el departamento de reclamaciones celestiales. Me van a oir, estos…