Disculpen estos días en los que no he escrito nada, pero cuando el cansancio se apodera de uno… :-)
Esta va a ser una reseña por partida doble: es decir, una reseña de una reseña. De la reseña publicada en el New Yorker sobre el libro The Myth of the Paperless Office.
La reseña misma es muy interesante; no nos cuenta nada que no sepamos, pero, precisamente, lo más importante es eso que ya sabemos, pero que no sabemos que sabemos hasta que nos lo cuentan (arf).
Y lo que nos cuenta es que el ordenador, la red, etc, están muy bien como archivo de datos: establecer referencias, enlaces entre documentos, clasificaciones, etc es muy sencillo con el ordenador, pero para el día a día, o incluso para el minuto a minuto, por ahora no se ha inventado nada que supere a un montón de papeles extendidos sobre la mesa, que se pueden ojear, subrayar, reordenar, escribir notas al margen, arrugar y tirar a la basura, etc.
Y es que con el ordenador tenemos el problema de que no es suficientemente ágil ni flexible para las necesidades que tenemos en el trabajo que estamos haciendo ahora mismo. Por ejemplo, si amontonamos sobre nuestra mesa un montón de papeles, podemos recuperar en segundos cualquiera de ellos: al fin y al cabo, todos ellos, aunque semejantes, son diferentes: a uno le hemos doblado la esquina; otro lo hemos dejado atravesado en el montón. Este es verde, y el otro se me cayó al suelo y está arrugado. Cualquiera de ellos lo podemos identificar en décimas de segundo y recoger en dos segundos más. Intente hacer eso mismo en una pantalla llena de iconos de documentos Word.
Tomar notas al margen es trivial sobre papel; en un ordenador da algo más de trabajo. Además, cuando tenemos prisa, sobre el papel hacemos un dibujito y ya nos entenderemos; sobre un ordenador no nos podemos permitir ese lujo. O sea, es posible hacerlo, pero es tan lento que no nos vale la pena.
En resumen: todavía necesitaremos tener papelotes al lado del teclado y Post- ItR pegado en los bordes del monitor, durante un buen rato.
Bueno, esta reseña no es ninguna maravilla, pero yo no he dicho que fuera a ser excelente…