¿Qué tienen en común una sonda espacial situada en las proximidades de Júpiter y el lector de CD-ROM que tenemos en el ordenador a menos de dos metros?
La sonda Galileo tiene un transmisor de radio de baja potencia (para ahorrar energía), que envía datos binarios; en la Tierra, éstos se han de recibir y separar de las interferencias provocadas por Júpiter, y tratar de minimizar los errores de recepción. La recepción correcta o incorrecta de los datos puede suponer la diferencia entre unas estupendas fotos de Ganímedes o trescientos kilos de metal fundido hundiéndose en la atmósfera joviana…
En el diseño de las especificaciones del disco compacto (CD) se ha prestado mucha atención a la resistencia a errores. El CD debe ser resistente a arañazos y huellas digitales: si una mota de polvo impide leer unos cuantos bits, el usuario no ha de notarlo. De hecho, la especificación CD consigue que un agujero de 1 milímetro pase inadvertido.
Todo esto se consigue mediante el empleo de técnicas y códigos detectores y correctores de errores, de los que hablaré, quizá, otros días.