La puerta y la pared
Por Jacobo Tarrío
4 de marzo de 2003

Una puerta blindada mejora la seguridad de nuestro hogar. En principio, cuanto mejor sea el blindaje, más segura estará nuestra casa, ¿no? Sin embargo, es obvio que llega un momento en el que el blindaje es tan bueno, que es más fácil para los ladrones hacer un boquete en la pared que derribar la puerta blindada.

Esto lo digo porque, a menudo, veo gente que, utilizando PGP, GNUpg y programas similares, se ponen como locos a crear claves de tamaños ridículos por grandes.

Al fin y al cabo, razonan, al aumentar en un bit el tamaño de la clave se duplica el número de claves que hay que “investigar” para reventar la clave. Normalmente se recomienda 512 bits como mínimo, y 1024 se supone criptografía de calidad “superior”. Esta gente, entonces, se pone una clave de 2048 bits, sólo para asegurarse.

Es cierto; una clave de 2048 bits, en principio, es prácticamente inviolable; pero no por ello es, necesariamente, más segura que una clave de 1024 bits: recuerde la puerta blindada.

Nicodemo Scarfo llevaba los “negocios” de su padre, que cumplía una sentencia de 69 años de cárcel en Philadelphia. Para comunicarse con sus colegas mafiosos, utilizaba PGP, suponiendo que los agentes del gobierno no podrían descifrar esas conversaciones reventando las claves.

Efectivamente, el gobierno nunca pudo reventar las claves. En lugar de eso, el FBI instaló en su ordenador un capturador de pulsaciones de tecla, con el que obtuvieron su contraseña de PGP. Después, sólo fue cuestión de requisar los ordenadores y utilizar esa contraseña para descifrar las comunicaciones.

La puerta blindada era realmente difícil de derribar; sin embargo, fue bastante fácil hacer el boquete en la pared. Hala, cuídense :-)

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