En 1874 un ingeniero francés llamado Emile Baudot inventó un nuevo telégrafo capaz de transmitir varios mensajes simultaneamente por el mismo hilo, y de imprimirlos en texto claro en la estación de destino.
El sistema Morse tenía el problema de que el sistema de codificación, con puntos y rayas, hacía bastante difícil inventar un sistema mecánico capaz de convertir el alfabeto Morse al alfabeto latino. En lugar de tratar con esta dificultad, Baudot se inventó un nuevo sistema de codificación: el alfabeto Baudot.
El operario de un telégrafo Baudot tenía ante si un teclado similar al de un piano, pero con sólo cinco teclas. Pulsando diversas combinaciones de estas cinco teclas, el telegrafista podía enviar todas las letras del alfabeto, los números, algunos signos de puntuación y ciertos caracteres de control. Quizá algún día les explique cómo conseguía representar todos esos caracteres utilizando cinco teclas, que proporcionan como mucho 32 combinaciones…
Se podían conectar varios de estos teclados a un solo distribuidor, que enviaba luego la señal conjunta de todos los teclados por un cable eléctrico; en el otro extremo de la línea, otro distribuidor estaba conectado a varias impresoras, que imprimían las letras, números y signos del alfabeto correspondientes, en tiras de papel que luego se cortaban y pegaban en el telegrama.
Hoy en día se describiría el telégrafo Baudot como un sistema multiplexo síncrono por división en el tiempo. Es decir, que permite enviar varios mensajes a la vez (multiplexo), intercalándolos entre si (por división en el tiempo) de acuerdo con una señal de reloj externa que sincroniza los emisores y receptores (síncrono). O sea, en castellano: si había cinco teclados conectados al distribuidor de un extremo y cinco impresoras en el del otro extremo, el distribuidor primero enviaba el carácter pulsado en el primer teclado, luego el del segundo, luego el del tercero, etc. El distribuidor de destino estaba sincronizado de forma que fuera recibiendo los mensajes al mismo tiempo que se enviaban, y en el mismo orden. Cada vez que el operario del teclado pulsaba una combinación de teclas, éstas quedaban pulsadas hasta que el distribuidor hubiera enviado el carácter a la impresora del otro extremo; en ese momento, las teclas se soltaban y hacían un ruidito, conocido como “señal de cadencia”, que indicaba que se podía pulsar el siguiente carácter.
Por supuesto, las señales procedentes de las cinco teclas de cada teclado también se multiplexaban, de forma que se podían conectar la estación emisora y receptora mediante un solo hilo, no cinco (uno para cada tecla). Esto permitió modificar muchas instalaciones de telégrafo Morse al sistema Baudot.
Por supuesto, con el tiempo, este sistema se fue refinando. El sistema original requería de los operarios de los teclados bastante destreza, precisión y constancia; a veces se operaba a una velocidad de 180 caracteres por minuto. Posteriormente se inventó un sistema por el que los mensajes a transmitir se escribían en un teclado similar al de una máquina de escribir normal, y se perforaban los distintos códigos Baudot en una cinta de papel; luego esta cinta de papel se ponía en una máquina que la leía y realizaba la transmisión.
El legado de Baudot aún sobrevive. Adivinen qué codificación utilizan los teletipos. O de dónde procede la palabra “baudio”. Y, ojo, que aún hoy en día perforan los telegramas en una cinta de papel utilizando el alfabeto Baudot, antes de transmitirlos…