He dejado (temporalmente) las lluviosas tierras irlandesas para pasarme unas tres semanitas en el soleado Sunnyvale (California).
Lamentablemente, no estoy aquí de vacaciones. Sunnyvale es donde está el apartamento en el que residiré durante mi estancia en la central de Google, en Mountain View (California).
De momento no pongo fotos, que no he sacado aún la cámara, así que tendrán que imaginarse las cosas.
Ayer tomé un Boeing 767 en Dublín. Por algún motivo se retrasó una hora su salida, y a la llegada en Atlanta, tuvimos que esperar unos 45 minutos a que nos asignaran una puerta de embarque. ¿El motivo? Llovía. No es trola. Supongo que la lluvia será allá un espectáculo tan poco frecuente que los operarios tendrían que pararse a mirar.
Después, claro, el avión que me iba a llevar a San Francisco también tardó en llegar, así que salimos de Atlanta con casi 3 horas de retraso. Como el chiringuito de alquiler de coches estaba cerrado, tuve que tomar un taxi. Después del viajecito de 35 millas perdidos dando vueltas por Sunnyvale a las 12 de la noche, el taxista me dio una tarjeta con su nombre y su número de móvil. Creo que me pasé con la propina.
A la mañana siguiente fui con mi compañero de apartamento en tren al aeropuerto, a recoger el coche: un Chevrolet Aveo. Al tipo que me enseñaba el coche le pregunté si no tenían nada con cambio manual: “No manual! All automatic! Welcome to America!”
Cuando sólo se han conducido coches manuales, conducir un automático es un poco enervante: te paras en un semáforo e intentas pisar el embrague (que no hay) y temes que se vaya a calar el coche. Y, cuando arrancas, quieres pasar a segunda… menos mal que nunca llego a tocar la palanca antes de notar que no tengo embrague.
Las normas de circulación son también diferentes. Por ejemplo, el límite de velocidad en autopista no son 120 km/h sino 65 millas/hora, que en velocidad normal quiere decir “paso de tortuga”. Uno puede saltarse un semáforo en rojo si quiere girar a la derecha. Y, hablando de semáforos, éstos están al otro lado de la intersección.
Lo de “puedes girar a la derecha en un semáforo rojo” me puso muy nervioso las primeras veces que lo hice, pero viendo que para “navegar” por la mayoría de los cruces es necesario hacer esa maniobra, ahora sólo me pongo bastante nervioso.
Otras cosas interesantes que he hecho hoy por primera vez: