En Westmoreland Street, bajo los soportales del Bank of Ireland, un hombre vende varios libros extendidos sobre una manta. No muchos, en realidad: los suficientes para que duren todo el día, pero no tantos como para tener que volver a casa por la noche cargando peso.
Pegado al pavimento, un cartel advierte:
Si te acercas puedes tomar un libro, abrirlo y hojearlo. Sin embargo, puede ocurrir que después no lo sueltes y a saber adónde podrías caminar sin darte cuenta.
El texto original en inglés incluye un taco, que no sé cómo incluír en la traducción.
Al otro lado de la manta, otro cartel ruega al viandante:
Por favor, no me hagan preguntas difíciles sobre los libros, como sobre qué tratan y cosas de esas, porque yo no tengo ni idea.