En cuanto entraron, el saludo ya amoroso, porque ya era… ya había confianza de antes de estos días. No fue que tuve que hacer ninguna… ningún secreficio, ni exceso, que se ponían voluntarias pa darles cualquier cosa o cualquier palabra amorosa.
Entonces, voy a hacer el amor con una, pero que eran voluntarias, ¿eh? No había… no había poblema. (Pero naturalmente, yo les pagaba por eso, ¿eh?, sin ser una cifra de dinero excesivo, ¿eh?, yo les pagaba una cosa corriente, normal). Y era cuando ellas tenían ese interés en ir a cama, porque una quedaba libre así, en compló, pa revolver, buscando dineros.
Me echaron droja en el colacao. Que yo noté que dormiera muchas horas, imposible que yo duermo muy pocas horas, nunca dormí más.
Con fotografías de ellas, que había muchas más fotografías que estaban en el cajón de la mesilla de noche, muchas más había, porque yo ya tenía fotografías de todas las formas, y en varios sitios.
Todavía, de que sepa yo, no fue interrojada, ni apareció, según los anuncios de la prensa. La primera que apareció fue la delgadita, pelo largo. La segunda, una rubia de trentaidós años; la de pelo largo, ventiséis.
Eran prespetutas buscando domicilios para hacer la prespitación, pero no por prespituación, sino por robar. Mientras que una da el placer de prespitación, la otra es cuando anda buscando ojetos que le sirvan, dinero mucho mejor.