Estos días estuve pensando, lo cual es peligroso, en el asunto de los colegios profesionales para ingenieros en informática, y me he dado cuenta, por fin, de uno de los motivos por lo que ese tipo de organizaciones me dan tan mala espina.
He estado mirando en las webs de varios de esos colegios, y uno de los temas que se repiten continuamente es el del respeto. “Para que se respete nuestra profesión”, “que se nos dé el respeto que merecemos”, etc., etc. (No son citas literales, ojo).
Sin embargo, el respeto por decreto no existe. Por ejemplo, el principal objetivo de la SGAE es, ostensiblemente, que se respete a los autores y editores. Ya me diréis cuánto éxito tiene esa organización, y cuánto respeto reciben Alejandro Sanz o Ramoncín cada vez que la SGAE cobra el 10% de la recaudación de un recital benéfico. Del mismo modo, no puedo imaginarme qué puede hacer un colegio profesional para “hacer que se respete la profesión” sin conseguir que mis posibles clientes me desprecien más. “Oiga usted, que para hacer este trabajo tiene que contratar por ley a un ingeniero informático colegiado” no es forma de ganarse el respeto de nadie.
El respeto no se obtiene con leyes. El respeto se gana día a día, en el trabajo y tratando con los clientes, jefes y compañeros de trabajo. Una persona que hace un mal trabajo no es respetada. Una persona que no es capaz de hacerse valer no es respetada. Una persona que trata mal a sus compañeros o subordinados no es respetada. Siendo una persona como es debido, haciendo un buen trabajo y exigiendo lo que mereces; así es como uno se gana el respeto de los demás. Y lo demás son tonterías.