Ayer, mientras echaba gasolina en el coche (gran bebedor) me fijé en un curioso detalle.
Todo el que haya probado a repostar en una gasolinera de estas de sírvase-Vd.-mismo habrá intentado redondear el importe de la gasolina; cuando usábamos pesetas ésta era una actividad de alta precisión, que requería nervios de acero y un pulso firme, para evitar pasarnos del múltiplo de 100.
Ya no.
Ahora utilizamos el euro; un céntimo de euro vale más que una peseta, lo que ha facilitado la tarea de redondeo; ¡incluso se puede notar la gasolina correr por la manguera, antes de cerrar!
(Hoy, mientras desayunaba, se me ocurrió un pensamiento digno de este gobierno que tenemos: la gasolina no es tan cara. Al fin y al cabo, por el precio de un café con leche podemos tener casi un litro de gasolina. Lástima que ésta no se pueda beber…)